La enfermedad del sueño

Cemetery_of_Splendour_3La influencia del pasado de Apichatpong Weerasethakul como realizador de video-arte en su cine actual es evidente. Esa impronta se revela especialmente en su extenuante preocupación por la excelencia de la puesta en escena: cada encuadre, cada plano, cada posición de cámara, cada movimiento de la misma, la planificación previa, el movimiento de los interpretes dentro de plano, está estudiada al detalle, nada puede quedar en manos del azar o de la improvisación. Tampoco el estudio de la luz y de la fotografía, pues resultan capitales en cada instante del metraje. El cineasta tailandés eleva a su máxima expresión la célebre frase del director francés de la Nouvelle Vague, Jean-Luc Godard, en la que aseguraba que “el arte es aquello que permite a las formas convertirse en estilo”, aludiendo a que son las formas las que nos indican lo que hay en el fondo de las cosas. En este sentido, la unión que del fondo y la forma hace Apitchatpong, es irrebatible.  Sus películas, y es aquí donde se vierten gran parte de las críticas en contra del realizador de filmes como Tío Boonmee recuerda sus vidas pasadas (2010) y Worldly Desires (2005) prescinden del relato o lo disminuyen hasta su mínima expresión. La narrativa de su cine es pausada, muy alejada del ritmo occidental más común, pero consigue fluir con naturalidad y de manera inexorable, sin imposturas ni grandes aspavientos. La armonía que consigue en este sentido, con una confluencia única entre la belleza de las imágenes y la tranquilidad narrativa, es total, y es donde seguramente reside el éxito de un cine que se aleja de los cánones establecidos por Occidente. Sigue leyendo